jueves, 30 de agosto de 2007

BIB AZAHAR 12

BRAILLE

Tu mirada llovizna sobre la mía,
como torrentes de ángeles líquidos
que sobre una pradera de rosas níveas se esparcieran,
y cristalizaran los vergeles
en los inviernos de la soledad.

Entre yertos, gélidos ramajes
rocías el polen de los diamantes,
y dulcificas la brisa con arpegios y hechizos.
Mi alma bebe del diluvio espiritual
que de tus labios fluye, inconteniblemente,
y despliega sobre mí el cielo nocturno,
para inhalar de tu piel un enjambre de astros luminosos.

Libre de los muros impenetrables
me sumerjo en la espuma de ensueños,
cuando, débiles, se derraman las lluvias
sobre esa amalgama de ábregos y abrigos
que alimentan siempre la ilusión,
aún cuando las palabras se empañen en los labios húmedos,
y aún cuando el fuego se convierta en mis cenizas;
aún cuando el temor me aleje cada vez más
del vergel más hermoso y de boscajes indescifrables.

Porque los cielos enteros se disuelven
y tu piel los bebe de rocíos y letargos,
y sabe amargo saber que en mí ya no aturden
los designios de los sueños verdaderos,
porque soy muérdago sólo de este sentimiento,
y sé que siempre he de volver hacia tu luz,
y porque a pesar del tiempo y del miedo,
aún sueño que mi piel lea en tu piel
las cenizas de esta ausencia.
*
Pablo Martín Llanos